A Giorgia se le acelera el pulso en la garganta. Sin dudarlo, aplana las palmas de sus manos en el pecho de él, para empujarlo y quitarlo de su camino. Ella trata, desesperadamente, de no ceder ante él como lo ha hecho las anteriores veces. Pero Dios, qué difícil resulta lograrlo.
Julian se mueve delante de Giorgia, rozando deliberadamente su cuerpo contra el de ella, solo lo suficiente para burlarse... para tentarla descaradamente.
—Tienes que irte —jadea ella sin aliento y sin fuerzas para seguir resistiendo.
Es que simplemente no puede.
Su cabeza grita que lo aleje, que salga corriendo de esa habitación para escapar de él y de lo peligrosa que es su cercanía; sabe que si cede nada más un poquito terminará cayendo en su telaraña y saldrá perdiendo; su corazón saldrá dañado como la última vez. Pero su cuerpo... Oh, joder, su maldito y traicionero cuerpo no obedece, no se pone de acuerdo con su cabeza. El estúpido quiere volver a probar esa pasión desmedida; quiere quemarse en ese fue