Julian cruza los pasillos de la empresa Lerner con pasos firmes, aunque dentro de sí se debate entre la rabia y la incertidumbre. La corbata está torcida, apenas se la colocó al salir de su departamento, con el corazón todavía agitado por las llamadas perdidas, las imágenes confusas de aquella noche y el silencio doloroso que Giorgia le ha devuelto. Durante las últimas horas ha intentado convencerse de que lo que vio fue real, de que ella lo había traicionado, pero luego de ese enfrentamiento con ella, algo en su pecho no lo deja en paz. La duda lo carcome y ya no sabe qué pensar.
Por eso ahora está aquí, frente a la oficina de su padre, dispuesto a obtener respuestas.
Su asistente intenta detenerlo al verlo avanzar sin anunciarse, pero Julian le aparta con un gesto seco. Empuja las puertas de madera maciza y entra. Joseph Lerner está sentado detrás de su escritorio, en una conferencia de llamada con sus inversionistas europeos, rodeado de lujo y frialdad. Levanta la mirada apenas l