La mañana cae con una claridad engañosa sobre la ciudad. El aire huele a humedad, como si una tormenta hubiese pasado durante la madrugada. Giorgia Hill se levanta de la cama con la cabeza pesada, todavía con resabios de aquella extraña niebla en sus recuerdos. Los minutos que siguieron a la llegada de Chase continúan siendo un vacío doloroso, una sombra que la persigue cada vez que cierra los ojos.
En la cocina, prepara un café mientras su teléfono vibra sobre la mesa. El nombre de su padre aparece en la pantalla. Suspira, cansada, pero responde.
—¿Papá?
La voz de Barron llega alterada, aunque cargada de una extraña satisfacción.
—Hija… tienes que saberlo ya. Joseph Lerner fue arrestado temprano esta mañana. La policía lo tiene bajo custodia.
El corazón de Giorgia da un vuelco.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Ya? ¿Tan temprano?
—Chase les entregó las pruebas de transferencias, llamadas, todo. Joseph está acabado.
Giorgia se lleva la mano a la boca, conteniendo un sollozo. Una oleada de alivio la atra