ELARA

Mi tobillo se rompe al tocar el suelo, haciéndome caer hacia adelante. Un grito desgarrador sale de mis labios mientras el dolor sube por mi pierna.

—¡Kora! —grito, antes de que el hueso vuelva a su lugar, haciéndome gritar de nuevo. Me obligo a levantarme y empiezo a correr, solo para aferrarme a un árbol cuando un dolor punzante recorre mi columna, haciendo que puntos negros bailen frente a mi visión; el dolor se irradia por mis costillas mientras siento mi columna reacomodarse, y mi espalda se arquea.

Jadeando por aire, caigo al suelo. La corteza del árbol se astilla en mis manos mientras me deslizo por él, cuando siento que mi muñeca se rompe. El dolor insoportable me quita la respiración, y destellos de imágenes pasan por mi vista: la Luna, Marabella. Intento concentrarme en las imágenes, en cualquier cosa que no sea el dolor, cuando