Ryden
Algo tira de mi pecho y me doy la vuelta, mi mente tratando de descifrar por qué me estoy despertando, intentando reconocer qué es diferente desde que nos acostamos.
¿Nos acostamos? Esa palabra se queda flotando en mi mente, al igual que el hecho de lo fría que se siente de pronto la cama. Estiro la mano buscando a Ellie, mis dedos chocan con el espacio vacío donde ella debería estar.
Despierto de golpe, sentándome en un pánico repentino.
—¿Ellie? —la llamo, mirando hacia la puerta del baño, que está completamente abierta y con la luz apagada. Tiro las mantas, me levanto y reviso el baño y el clóset, encendiendo todas las luces. Miro por la ventana: afuera sigue oscuro. El reloj del buró marca las cuatro de la mañana.
—¿Dónde están? —gruñe Maddox, moviéndose dentro de mí y avanzando conmigo—. ¿Por qué no puedo sentirla? —pregunta, de pronto.
Me detengo, intentando captar sus emociones, tratando de sentir su ubicación cuando un grito desgarrador corta el aire. El