—No vine a hablar.
-Perder.
Ella caminó hasta la cama, con pasos lentos. El cuchillo estaba sobre las sábanas de lino gris. Lo tomó con suavidad. Apenas lo levantó, escuchó el movimiento detrás de ella.
—No tan rápido —susurró Konstantin justo antes de abalanzarse sobre ella.
Kira se giró para defenderse, pero ya la tenía sujeta por la cintura. El cuchillo cayó al suelo. Forcejearon brevemente, con ella intentando empujarlo, pero él la acorraló contra la cama con el cuerpo, sus miradas ardiendo a centímetros.
— ¿Qué estás haciendo, maldito Vólkov? —dice ella entre dientes, sin soltarle los hombros.
—Recordándote —le susurra él—. Lo cerca que estuviste de matarme... y lo lejos que estás de olvidarme, por segunda vez.
Él metió la mano por debajo del suéter. La yema de sus dedos tocó su piel desnuda, subiendo por su espalda baja. Kira se estremeció.
—Esto no es una buena idea—susurra, pero no se apartó.
—Nunca lo fue. Pero aquí estás. Debajo de mi.
Y entonces la besó. Sin permiso. Sin fr