Me desperté por la mañana, 5 minutos antes de que sonara la alarma. Los nervios revoloteaban en mi abdomen al pensar en lo que me traería el día. Practiqué algunas de las técnicas de respiración que Estrella me había enseñado, antes de que un ataque de pánico pudiera apoderarse completamente de mí.
—Puedo con esto. Todo será más fácil después de hoy —me dije a mí misma en voz alta.
Pasé más tiempo del habitual en la ducha, disfrutando de la soledad e imaginando cómo sería mi vida después de conocer a mis lazos. Me pregunté si Lucas se uniría a mí en las duchas matutinas y si Teo me abrazaría cada noche mientras dormía. Tal vez Damián... ¡no!
Detuve ese tren de pensamiento de inmediato. Puse un poco más de esfuerzo en mi apariencia que los días anteriores. Si me iban a obligar a descubrir quiénes eran mis almas gemelas ese día, al menos quería verme bien haciéndolo. Un golpe en mi puerta llegó demasiado rápido, aun no estaba lista.
—Amiga, abre, soy yo —la voz de Dot llegó a través de