Amelia se deslizó bajo las sábanas de su cama, buscando la comodidad que, por alguna razón, parecía eludirla esa noche. La confusión reinaba en su mente, y cada giro sobre el colchón parecía intensificar sus pensamientos. La imagen de Marcus, amable y atento, contrastaba drásticamente con la oscuridad que la envolvía cuando pensaba en los secretos ocultos tras su fachada.
Aunque había llegado a apreciarlo, la dualidad del hombre la inquietaba. ¿Cómo podía alguien ser tan cariñoso y, al mismo tiempo, estar vinculado a un mundo que podría ser peligroso? Las historias que había escuchado sobre el tipo de negocios en los que supuestamente se involucraba la gente como él la hacían temblar. La idea de que Marcus pudiera estar involucrado en algo ilícito la atormentaba, y cada vez que su mente vagaba en esa dirección, se sentía atrapada en un laberinto de dudas y temores.
Mientras tanto, en la oficina de Marcus, el ambiente era muy diferente. Él se encontraba revisando unos documentos cuan