Un día, mientras trabajaba en su escritorio, sonó el teléfono. Era la voz de Alessandro, que le pedía que pasara a su oficina lo antes posible. Sofía sintió un nudo en el estómago al escuchar su voz. Había algo en su tono que la inquietaba, como si supiera un secreto que ella no conocía.
Al entrar en la oficina de Alessandro, Sofía notó que el ambiente era diferente al habitual. Había una tensión en el aire, como si algo importante estuviera a punto de suceder. Alessandro estaba sentado detrás de su escritorio, con una expresión seria en el rostro.
- Sofía, necesito que me acompañes en un viaje de negocios -dijo Alessandro sin siquiera mirarla a los ojos.
Sofía se sorprendió. Nunca antes había viajado con su jefe, y mucho menos en un viaje de negocios. Sin embargo, sabía que no podía negarse. Alessandro era su jefe, y ella estaba obligada a obedecer sus órdenes.
- Claro, señor -respondió Sofía con una voz temblorosa.
Pero justo en ese momento, la puerta de la oficina se abrió de par e