Halloween, Halloween, Halloween. Estaba del Halloween hasta los cojones.
Pero ¿qué es eso de americanizarnos y volver a los niños tontos? ¿Y nuestras tradiciones, y la Castañada? Solo tenías que salir, comprar unas castañas y, al día siguiente, dar una vuelta por el cementerio para honrar a tus muertos. Que era lo que yo tenía pensado, ya que sería la primera vez que iba a la tumba de mi abuela. Todo un paso. Pero no. Tenemos que ser yanquis y celebrar sus fiestas. Lo próximo sería celebrar Acción de Gracias o el 4 de julio. Éramos gilipollas. Pero tú eso se lo dices a unas niñas a las que les gusta más el cachondeo que a un tonto un caramelo.
Así que nada, con todo mi pesar, celebraríamos Halloween.
Resulta que el colegio había montado una fiesta donde podían ir niños y padres el fin de semana. ¡Genial! Súper divertido. Y comenzaba la fiesta cuando ya era de noche, como si yo no madrugara al día siguiente. Daba igual, mi hija estaba emocionada. Así que, a celebrar el Halloween de los