Viernes por la noche y cena en casa de Lorena. Sabía que a la mañana siguiente no podría con mi alma. Bebería y me acostaría tarde, pero mi necesidad de socializar con personas adultas en este momento era más importante que dormir. Aparte, mi hija se lo pasaba tremendamente bien con las hijas de Lorena. Vanesa, Jennifer, Jessica y Leia se encerraban en la habitación y de allí no salían. No quiero ni saber realmente lo que hacían. Pero me daba la oportunidad de tener una cena tranquila y una conversación con adultos.
Al entrar, vi algo raro. La mesa estaba puesta para cuatro. ¿Yoli iba a cenar con los adultos? Normalmente, como buena adolescente, estaba encerrada en su cuarto con sus redes sociales y odiando a todo el mundo. Pero esa posibilidad quedó descartada al verla entrar en su habitación con los cascos puestos y cerrar la puerta de un portazo.
—A ver, Lorena. ¿Qué has preparado?
—Yo, nada. ¿No traías la cena tú?
—Sí, claro —le dije, dándole las bolsas que llevaba llenas de quich