Lo más difícil de renovar la pastelería era que todo lo que había allí me recordaba a mi abuela. Tenía que modernizarla, pero no quería cambiar nada. Los mejores momentos de mi infancia pasaron en esta panadería: jugando detrás del mostrador, ayudando a mi abuela con las pastas. Durante mucho tiempo pasé las noches durmiendo en una pequeña habitación situada al lado del obrador. Allí durmió mi madre mientras mi abuela trabajaba, allí dormí yo y ahora dormiría mi hija mientras yo trabajaba.
Mi abuela era el modelo perfecto de mujer independiente y empoderada. Y sí, pudo compaginar su vida laboral con la vida familiar. Ella sería mi modelo a seguir.
Tuvimos que cambiar instalaciones y maquinaria, pasar las inspecciones correspondientes. Y allí di mi toque personal con la decoración. No cambié nada, solo un poco de trabajo restaurando los muebles viejos, algo de pintura y la perfecta pastelería con un toque nostálgico.
Iba a reabrir La Moderna. Y era una gran responsabilidad, no solo por