95. Desastre
Tarah se sentó frente al mesón en la cocina mientras veía divertida cómo Rashel narraba cómo iba a hacer el merengue para el pie de Dimitry según las indicaciones que ella misma le había dado, ajena a la mirada oscura de su esposo.
Dimitry las había estado viendo a ambas embelesado por el sonido compartido de las risas femeninas.
Siempre había adorado a su hermana aunque él no supiera demostrar sus sentimientos, pero que hiciera reír a Satarah en ese momento lo hacía adorarla mucho más.
Sabía que ahora mismo Tarah debía tener una tormenta en su cabeza y que tarde o temprano tendrían que abordar todas las inquietudes que tenían ambos pero el recuerdo de Satarah destruida llorando aún estaba fresco en su memoria.
No quería volver a verla de esa manera y él se aseguraría de hacer todo lo que estuviera en sus manos por salvarla del abismo donde sabía que estaba metida.
Más aún por el caos de ese día. Ojalá pudiera meterse a su cabeza y borrarlo.
—¿Qué haces ahí? ¡Ayúdame! —chilló Rashel a