5. No voy a dejarte sola
Su disculpa provocó que se tensara y solo en ese momento él mismo fue quien terminó con el abrazo para mirarla a los ojos.
Cada parte de su cuerpo se calentó notando el arrepentimiento arremolinándose en el hermoso rostro frente a él.
—¿Puedo tocarte?
Ella lo observó sorprendida, mordió su labio inferior pero no se mostró vacilante.
Había algo en su mirada que encendía una chispa en el interior de Gian.
Pronto asintió y él tomó su cara entre sus manos mirándola fijamente a los ojos haciéndola poner nerviosa pero esta vez no por sus demonios, sino por lo terriblemente bien que se sentía al estar cerca de Gian Franco.
Su aroma, cada parte de él la atraía aunque no sabía cómo actuar frente a él.
Las cosas habían pasado tan rápido y tan confusas entre los dos.
—¿Por qué te disculpas?
Natalya intentó bajar la mirada avergonzada aunque no tenía escapatoria alguna. Él la estaba sosteniendo firmemente.
—Yo… no supe cómo reaccionar, tenía miedo y te eché. Hice que te fueras para que no lo supi