47. ¡Es una trampa!
El bosque estaba en silencio.
Demasiado silencio.
Valerik lo notó primero.
Un cosquilleo en la nuca, un presentimiento que le heló la sangre. Estaban siguiendo una pista importante, un supuesto intermediario del intento de secuestro de Rashel semanas atrás. Dimitry caminaba a su lado, con el rostro tenso y los ojos atentos. Ambos iban acompañados por algunos de sus mejores hombres. Pero Valerik no dejaba de sentir que algo no encajaba.
Un viento frío los golpeó en la cara, trayendo consigo el olor a moho y aceite viejo. Las botas crujieron sobre la grava.
Valerik se acercó a la puerta principal con pasos medidos observando todo a su alrededor.
—Está demasiado limpia —gruñó casi para sí apretando el mango del arma que llevaba oculta bajo la chaqueta—. Esto huele mal. Demasiado fácil llegar hasta aquí. Demasiada poca resistencia, los atacantes reales no limpian ni arreglan. Preparan caos, dejan rastro para asustar o para desaparecer, esto huele a teatro.
Dimitry que estaba en silencio