47. Antojo de embarazada
—¿Entraste en el sótano? —preguntó Damiano con asombro.
Esta vez de su parte no habían comentarios sarcásticos o chistes entre los dos, la seriedad de Polina solo marcaba lo mucho que le había afectado aquella situación.
Damiano tampoco dijo nada más, pues la mirada que le envió Marco fue suficiente para callarlo, no solo a él, sino a todos los hombres reunidos en la sala, entonces él sostuvo su antebrazo haciendo que se girará hasta él.
—Polina —Le habló con voz suave al ver las lágrimas contenidas en su rostro.
A ella se le hizo un nudo en la garganta.
—¿Qué pasa, principessa?
Ni siquiera le importaba que sus hombres estuvieran mirándolo, lo primordial era ella.
No iba a avergonzarse por preocuparse por su mujer.
Él tomó su mentón alzándolo para que lo mirara a los ojos y apretó la mandíbula al ver que sus hermosos ojos estaban llenos de lágrimas.
—Yo… no creí que pudiera ser capaz de hacer eso —murmuró y el final sonó como un sollozo quebrado.
Marco ni siquiera lo dudó cuando la ab