46. Su verdugo
—¿Qué haces aquí? —su voz salió grave, dura, porque aunque no quisiera admitirlo, tenía miedo de qué ella lo odiara por ver su verdadera naturaleza.
—Respóndeme.
De repente la puerta al otro lado de la sala se abrió mostrando detrás de Anastasya a Romina que prácticamente estaba en la misma situación de Aleksandr.
—Entonces, Don. ¿Quieres que la mate? ¿Qué vamos a hacer con esta perra?
Antes de qué él pudiera decir algo Polina avanzó hasta donde estaban Anastasya, como si el dolor de su pierna no existiera, tanto él como Gian la siguieron enseguida y cada músculo de su cuerpo se tensó listo para interponerse, si alguien se atrevía a tocarla, aunque no sería el caso, pues todos allí sabían que hacerlo solo significaría la muerte para ellos.
—Hazte a un lado —dijo ella sin vacilar.
Anastasya arqueó una ceja pero de todas formas se apartó dejándola entrar a la reducida sala de tortura.
Romina la vio entrar con Gian y Marco detrás sintiendo que el odio por Polina se incrementaba.
—Mira qu