4. Principessa
—Tócame, quiero que me toques.
—¿Quieres te frote el clítoris, principessa?
El apodo suave y casi dulce provocó un Polina sintiera un cúmulo de mariposas en su vientre.
Cerró los ojos imaginándose a Marco porque cuando tenía dieciocho el solía llamarla así, hasta que ya no lo hizo más, aunque Polly no sabía el motivo de esto.
¿Estaba inventando todo esto y estaba borracha en el maldito club con Maksim? Porque esto era demasiado perfecto como para ser real y además este hombre resultaba tan parecido a Marco, incluso su voz…
—¡Sí!
—¿Quieres que meta mis dedos en tu coñito húmedo?
—¡Hazlo! Por favor, fóllame con tus dedos, papi.
Él dejó de darle nalgadas y pronto se puso de rodillas contemplándola de cerca.
Polly enrojeció por primera vez sintiendo que su humedad caía por sus muslos y él ni siquiera la había tocado aún.
Por lo menos no íntimamente como quería.
—Tan húmeda.
Su lengua lamió su muslo cortándole la respiración.
—Eres una niñita preciosa y jodidamente lo sabes.
Polina ni siqui