5. A prueba de sexo salvaje
Cuando Polina despertó, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a llegar de inmediato al sentirse rodeada por un brazo fuerte alrededor de su cintura, su cabeza estaba descansando sobre su pecho firme y musculoso. En algún punto de la madrugada, se habían quedado dormidos y ahora tenía que irse porque tenía trabajo. Sin embargo, no quería hacerlo, quería quedarse justo ahí en ese lugar siendo sostenida por ese hombre.
Solo fuera del club podían quitarse los antifaces, esa era la norma. Por eso la noche pasada se había mostrado tan desinhibida, aunque ella era coqueta por naturaleza, nunca te había atrevido a hacer algo así, tan descarado pero lo había disfrutado.
Ningún chico la había hecho sentir tan hermosa y seductora, tan excitada, sus venas se calentaban de solo pensarlo, sus labios, su cuerpo ardiente contra el suyo, la forma en la que la tomaba, las órdenes que le daba, el sonido de su voz oscura y dominante. Polly estaba lista para complacerlo y dejar que él lo hiciera co