28. A casa
El tiempo había sido especialmente breve.
Después de una cacería que hizo para Dimitry, Valerik no tardó en ir a la casa de los Romanov, no porque tenía que informar a Dimitry, sino porque estaba desesperado por verla.
Después de la noche pasada, apenas había podido dormir bien.
En todo lo que podía pensar, era en Rashel gimiendo de placer, durmiendo con él abrazada, siendo suya. Y estaba dispuesto a todo por conseguirla.
Solamente después de salir de la misión la había llamado, aún podía escuchar su insolente voz enfrentándolo.
—¿Vas a seguir escapando de mí, princesa?
Por un momento Rashel se había quedado en silencio como si no esperara que eso fuera lo primero que él le había dicho.
—No escapo de ti. No quiero hablar contigo Valerik, estoy esperando otra llamada.
—Y si es así, ¿Por qué me contestaste? No lo niegues más, me quieres tanto como te quiero yo.
—Voy a colgar ahora —gruñó ella y Valerik no pudo evitar ampliar una sonrisa.
Ella no lo había negado.
—Rashel, déjame acercarm