29. Para él solo
Ella solo había estado una vez allí cuando Dimitry la había llevado para buscar unos papeles pero ella no había entrado a la casa, se había quedado en el auto aunque se moría por entrar y ver cómo era su espacio.
Esa era la casa de Valerik.
Su corazón retumbó rapidísimo al recordar lo que él le había dicho recientemente.
“—Claro que te llevaré a casa, donde jodidamente perteneces para que lo entiendas de una vez por todas, me cansé de los malditos juegos.”
No lo había escuchado bajar del auto demasiado centrada en sus pensamientos y se sobresaltó en el momento que Valerik abrió la puerta para ayudarla a salir.
—¿Vas a ir quedarte ahí todo el día?
Ella miró su palma y suspiró apoyando la suya.
Como siempre que lo tocaba sintió el fuerte magnetismo entre ambos.
—¿Por qué estamos aquí?
Se esforzó a preguntar porque aún no podía creer que estaba ahí con él todo parecía tan surrealista como si estuviera dentro de un sueño.
¿En qué momento Valerik la había empezado a ver diferente?
Ella pen