Dimitry caminó junto con su padre por el sótano, la atmósfera se sentía completamente tensa con cada paso que daban. No hablaron entre ellos porque cada uno sabía a lo que iba, pero no solo ellos estaban entrando en la oscuridad de aquel sótano, sino que Marco Ricci también lo hacía.

Todos seguidos por una rabia que no podían ocultar, deteniéndose justo frente al hombre a quien más detestaban.

Metisy alzó la mirada que vacilaba entre el miedo y el reto. Conocía muy bien lo que iba a pasarle a continuación, y, sin embargo, su mirada fue desafiante, buscando ocultar el miedo que se acudía sus venas.

Sus ojos se ampliaron al ver frente a él, su As bajo la manga, jamás hubiera esperado que Dimitry encontrara el sitio escondido, donde mantenía preso a Artyom.

Una sonrisa literalmente fría se extendió por el rostro del hombre más joven, pero su mirada era una declaración de guerra.

—Debiste conocer también mis fortalezas, cabrón —se burló de él Dimitry haciendo alusión a lo que Metisy le ha