141. Los Romanov se enamoran para siempre
Dimitry me abrazó.
—Cuando quieras un abrazo, yo puedo dártelo, llorona. No el bobo de Gian ni su papá, si quieres te presto al mío.
Sentí calor en mis mejillas y lo empujé avergonzada.
—Yo no soy tu novia.
—¿Qué están haciendo ahí ustedes dos?
La voz del señor Artyom me asustó, le dirá a papá que salí de casa.
—Papá, ¿Verdad que Satarah va a casarse conmigo?
El papá de Dimitry me miró y sonrió, no lo hacía a menudo, era más serio que mi papá y daba más miedo que el papá de Gian cuando no lo conocía. Pero a veces lo veía sonreírle a su esposa.
El señor Artyom caminó hasta donde estabamos nosotros y se acuclilló frente a mí mirándome a los ojos.
—Preguntémosle a ella, a ver, ¿Te quieres casar con él cuando crezcas, princesa?
Yo abrí los ojos mirándolo avergonzada y rápidamente negué con la cabeza.
Papá siempre decía que Lya se casaría con Dimitry, no yo.
El señor Artyom soltó una risa que pronto ocultó con un carraspeo ante la molestia de Dimitry al cual ignoré.
—¿Es muy feo? Piensa