131. Nuestra niña
Satarah no podía apartar la mirada de Dimitry completamente sorprendida de que él que era el hombre más impasible, que a veces se mostraba frío y distante estuviera ahora mismo actuando de aquella manera.
Sus brazos estaban firmemente cruzados sobre su pecho mientras observaba cada cosa que su obstetra hacía con ella. De vez en cuando miraba su rostro como si no pudiera creer que era ella la que estuviera allí, entonces la inseguridad de vez en cuando la golpeaba preguntándose si quizá él estaría pensando en su gemela y no en ella.
¿Pero podría alguien culparla con lo que había visto y vivido hace 5 meses?
—¿Entonces todo está bien?
—Todo está más que bien, solo debes seguir manteniéndose en ese ritmo.
—La cuidaré —repuso enseguida él y Tarah abrió la boca para protestar pero se contuvo mientras la obstetra le sonreía.
—Son muy afortunados gemelitos. Miren que este papá está completamente enamorado de la mamá.
—Sí, claro —dijo por lo bajo en un tono sarcástico mientras pasaba la toalla