Victoria observó a su pequeño hijo. Ethan sonrió con alegría al ver a su madre, pero su falta de fuerzas se podía percibir a la distancia. Victoria frunció el ceño y la preocupación empezó a surgir en su interior.
Algo le decía que el estado de Ethan era más complicada de lo que realmente le habían dicho.
Victoria se acercó con cuidado a la cama de su hijo, sus ojos examinando cada rasgo de su rostro. La preocupación se reflejaba en su mirada, y una sensación de impotencia se apoderaba de ella al ver a su hijo en ese estado.
—Ethan, cariño, ¿cómo te sientes? —preguntó Victoria suavemente, acariciando con ternura el rostro del pequeño.
Ethan esbozó una tenue sonrisa, pero sus ojos revelaban el cansancio y la debilidad.
—Mami, estoy bien. Solo un poco cansado.
Victoria apretó los labios, sintiendo que algo no estaba bien. Miró a los médicos que revisaban las lecturas en los monitores, buscando respuestas.
—¿Qué está pasando realmente? —le preguntó a uno de los médicos.
—Señora Durán, su