Caty sonrió. Esta vez, no había creído que todo se debía a una fantasía. Estaba consciente de lo que acababa de hacer y se sentía endemoniadamente feliz.
Alessandro empujaba su cabello fuera del rostro de ella y susurraba cochinadas que la volvieron a sonrojar. Sintiendo su corazón expandirse, Catalina trató de retroceder para protegerse a sí misma, mientras todavía podía.
— Así que, ¿esto cuenta como algo de lo que debo aprender para satisfacer a un hombre ? — Ella jadeó, tomando una profunda respiración antes de poder continuar. — ¿Alimentarlo, nadar con él semidesnuda, portarme mal en su coche y decirle cochinadas?
— No a todos nos mueve lo mismo pastelito, — le susurró él.— pero creo que tú sabrás manejarme espléndidamente.
Eso la hizo sonreír con satisfacción. Se volteó, mirándolo y lo recorrió con curiosidad.
— Lo único que sé es que quiero volver a hacerlo. Otra vez, por favor...
Él la besó en la oreja y se abrió camino hasta su hombro continuando los besos mientras ell