Sabrina esa mañana se levantó completamente indecisa, se encontraba atrapada en un torbellino de dudas y por más que intentaba tomar una desición, no podía. Se debate interno consistía entre asistir al punto de encuentro con Joaquín, el mejor amigo de su infancia y el hombre que le rompió el corazón, o contarle todo a Edwards, su esposo y a quien estaba comenzando a amar. Él solo pensar en mentirle a Edd le hacía sentir incómoda, por que él no merecía nada de eso.
Estuvo a punto de decírselo, de mostrarle el mensaje que Joaquín le envío, sin embargo, en el último momento se arrepintió. ¿Para que amargarlo con eso? Él ya tenía bastante con lo cual lidiar como para ser una carga más en su vida. Prefirió callar y averiguar que es lo que Joaquín quería, de paso, dejar muy en claro que no volviera a buscarla nunca jamás.
A la mañana siguiente, se levantó muy temprano, sintiendo el peso de su desición como un bloque pesado sobre sus hombros. Todos desayunaron juntos, pero Sabrina se mantuvo