El sueño de Willow siempre ha sido convertirse en diseñadora de moda, y cuando acepta un trabajo en la mansión Francois, no se imagina que el nieto del dueño es un importante CEO del mundo de la moda. Kyllian es el mejor en lo que hace, pero su vida personal no es tan exitosa como su carrera. Todo cambia cuando conoce a Willow, una joven torpe pero atractiva que despierta en él sentimientos que nunca antes había experimentado. Sin embargo, ella no está dispuesta a enamorarse fácilmente y tendrá que luchar contra sus propios sentimientos para conquistar el corazón de Kyllian. ¿Podrá Willow hacer que Kyllian se enamore de ella sin caer rendida a sus pies? Descubre esta emocionante historia llena de sueños y romance. N/A: Hay algo que quiero que sepan todos los lectores, y es que los comentarios son importantísimos para el crecimiento de la novela, así que comenta mucho, por favor, no solo dentro del libro, las reseñas afuera son mejores aún :) pocos lo hacen :(
Leer másLa mañana está siendo eterna para la joven Willow, puesto que no ha logrado entregar ni un solo volante y el sitio no es muy concurrido. Se siente derrotada, y sus pies reclaman por un descanso. Ha estado un buen rato paseándose en la esquina del local del señor Hanks; su jefe. Un viejo cascarrabias que no le agrada nada ni nadie. La mayor parte del tiempo se la pasa encerrado en un pequeño despacho dentro de la tienda, un lugar repleto de antigüedades especializada en la venta de objetos pasados de moda. Pero que por alguna razón, su producto es normalmente suministrado por subastas, ventas del estado, búsquedas en los mercadillos, y esas cosas que no le interesa en lo más mínimo a la chica. Sin embargo los objetos son de gran valor para los adinerados que no saben en qué gastar su fortuna.
La verdad es que si aún sigue trabajando en ese lugar, es porque no ha encontrado otro sitio mejor, y no podía darse el lujo de perderlo justo ahora, ya que tenía que pagar el alquiler dónde vive y lleva acumulado tres meses de renta.Por estar distraída mirando los volantes que sostiene, no sé percata de la señora que viene andado hacia la tienda. De repente, se gira bruscamente y choca con ella, derramado el café que la señora traía en manos.Willow abre los ojos desmesuradamente al escuchar el chillido histérico de la señora.—¡¿Acaso no te fijas por dónde caminas, niñita?! —reclama la mujer mayor apartando la tela mojada de su pecho.—L-lo siento, lo siento —farfulla la jovencita preocupada—. Déjeme ayudarle con eso, tengo toal...Estira la mano hacia la blusa que valía más que su miserable sueldo.—¡Aparta tu mugrosa mano de mí, mocosa! —gruñe la señora—. Acabas de arruinar el outfit que estuve eligiendo por horas en mi armario, ¿Sabes lo que cuesta decidirse por la mejor ropa de marca y así no llevar la misma que tus amigas?La chica no sabe lo que es eso, puesto que la mayoría de las perchas de su armario están vacías. Incluso, a veces tenía que repetir su ropa para venir al trabajo.—Señora...—¡No, no sabes! —intervino la mujer mayor lanzándole una mirada cargada de arrogancia—. Así que no tengo idea cómo ni con qué, pero vas a reponer este incidente.—Pero señora, eso cuesta una fortuna. Además usted misma dijo, fue un incidente, ¿Nunca le ha ocurrido? —la joven no podía costear aquella prenda tan ridículamente cara.La detalla minuciosamente, notando la costura finamente cosida en cada borde de la blusa. No hacía falta ser una experta en la materia para darse cuenta que la ropa de la señora había sido confeccionada por un gran diseñador de moda.—No, jamás me ha sucedido porque no soy torpe. Estoy pendiente por dónde camino —responde la mujer mirando a la joven con arrogancia—. Y claro que deberías reponer mi blusa, pagar lo que cueste.—P-pero, no tengo el dinero y seguramente es más que lo que gano mensualmente. Tenga al menos un poco de empatía y póngase en mi lugar —replica la joven Willow sintiéndose de repente molesta por la actitud tan hostil de la mujer mayor.—Ese no es mi problema, niña —hace énfasis en lo último—. Entonces, al menos deberías pagar la tintorería.Señala la zona de la blusa manchada de café. Willow estaba por hablar, cuando un tercero intervino.—¿Susanne? —la nombrada voltea hacia el señor Hanks—. No sabía que venías.—Vengo por unas cosas —dice la señora acomodando su cabello perfectamente arreglado en un peinado elegante.El señor Hanks asiente, y se percata de la joven Willow que los mira.—¿Qué haces allí parada? No te pago para que andes de cotilla, ve a ordenar las repisas —demanda el jefe de la chica.—Ya lo he ordené ayer, señor —le recuerda Willow, se muerde la lengua para no soltarle improperios.—Pues entonces busca que hacer en vez de quedarte de vaga —exige el señor.La chica resopla echando a andar hacia la tienda.—Oye, no hemos terminado —habla de nuevo la mujer, pero Willow la ignora y sigue caminando—. Es una grosera, ¿cómo puedes contratar a ese tipo de maleducados?La joven no alcanza a escuchar la respuesta del señor Hanks ya que ingresa a la tienda refunfuñando. Se dirige al depósito de la tienda y comienza a recoger las cajas pesadas que están en el suelo. Hace tiempo que lleva haciendo lo mismo, así que se ha acostumbrado a realizar ese tipo de trabajo forzado. Aunque luego debía lidiar con dolores de espalda, sin embargo no había otro empleado en la tienda que pudiera cargar las cajas que pesaban. Por lo que no le queda de otra a la chica.Después de un rato, Willow se seca con la manga de su camisa el sudor que baja por su frente. Va hacia el refrigerador y saca una botella de agua que toma de un sorbo. Se marcha del depósito y agarra el plumero para quitar el polvo de los objetos que están en las repisas altas. Empieza a limpiar mientras tatarea una canción que le viene a la mente, la mayoría de las veces no recuerda en dónde la ha escuchado antes.Mueve los brazos como si estuviera tocando un instrumento imaginario, anda tan concentrada limpiando los objetos de valor, que no se percata del muchacho que ha ingresado a la tienda cargando un enorme cuadro. La joven Willow sostiene un jarrón que parece haber pertenecido a la realeza con lo antiguo que se ve. Empieza a inspeccionarlo curiosamente, pero de pronto la voz del muchacho, una voz que tanto reconoce, hace que se sobresalte y suelte el jarrón al suelo ocasionando que quede echo añicos.—Mierda —abre los ojos como plato y se agacha a recoger el desastre que ha ocasionado ella misma por ser tan asustadiza.—Disculpe señori... —el muchacho no termina su oración al verla—. ¿Willow?La susodicha alza la cabeza y le da una mirada fulminante.—Tan inoportuno como siempre —murmura la chica a su ex novio.—Wow, ¡Como has cambiado! —expresa repasándola de pies a cabeza—. ¿Trabajas aquí?—Sí, pero no me sorprendería que tarden en echarme —emite sin ninguna expresión en su rostro.—Oh sí, en cuanto a eso, de verdad lo siento. Olvidé lo asustadiza que eres —hizo una mueca mientras pasaba la mano por su cabello rizado—. Te podría compensar por ello, hay un café que queda cerca y...—Dylan —interrumpe la joven sabiendo a dónde se dirige su ex novio—. Prefiero perder mi trabajo a salir contigo de nuevo.El muchacho simula estar despreocupado, para no demostrar su orgullo herido.—Vale, solo era una salida de amigos. No tengo otras intenciones —explica alzando las manos en señal de rendición.—Ay por favor, te conozco muy bien —comenta la chica colocando los pedazos del jarrón en el cesto de basura.El muchacho está por agregar algo, pero el señor Hanks entra a la tienda. Willow sin más remedio, decide contarle de lo sucedido con su jarrón anticuado.—Señor, primero que nada debo decirle que no fue mi culpa lo que pasó, pero sabe cómo soy de torpe y muchas veces meto la pata hasta el fondo —habla de prisa—. Aunque un objeto menos no hace la diferencia, aún le quedan muchas cosas de valor aquí y...—¿De qué estás hablando? —inquiere su jefe frunciendo el ceño.—Su jarrón —señala hacia el cesto de basura.—Déjate de rodeos Willow —la joven levanta un pedazo del jarrón.—Lo he roto sin querer, pero debo agregar que no fue totalmente mi culpa. Él iba entrando y me...—Mira Willow, no me importa saber quién tuvo la culpa o no —dice el señor Hanks clavando sus ojos azules en la joven—. Ya ha ocurrido otros incidentes contigo, me dejarás en la quiebra si continúas trabajando aquí, por lo que es mejor que no vengas más.—¿Qué? —el rostro de la joven se deforma—. ¿Me está echando? Pero señor, le prometo que no volverá a suceder. Yo...La decisión estaba tomada. Martha y Liam iban a enfrentarse a los Duvall. No era solo por limpiar el nombre de Martha, sino también para desmantelar el poder tóxico que la familia había ejercido durante años. Liam sabía que enfrentarse a su madre sería como enfrentar una tormenta, pero ya no podía seguir permitiendo que sus acciones destruyeran la vida de otras personas. Y Martha, después de años de cargar con el peso de la culpa y la injusticia, finalmente estaba lista para liberarse.Dos días después, Martha y Liam llegaron a la mansión Duvall. El aire estaba cargado de tensión mientras cruzaban las puertas principales. En el gran salón, la madre de Liam los esperaba, sentada con la misma elegancia fría que siempre la caracterizaba. Junto a ella estaban algunos miembros clave de la familia, incluida Tania, quien tenía una sonrisa ladeada que solo aumentaba la incomodidad del momento.—Liam, querida. Me sorprende que hayas traído… compañía —dijo su madre, con un tono que apenas ocult
La mañana siguiente llegó con cielos grises y un aire denso que parecía reflejar el malestar de Martha. Había pasado la noche en vela, dándole vueltas a todo lo que Liam le había contado. Su madre. Por supuesto que tenía sentido. Nadie más tendría tanto interés en destruirla, en proteger los secretos de la familia Duvall. Pero saberlo no hacía que fuera más fácil. Si algo había aprendido en los últimos años, era que los Duvall no retrocedían sin luchar, y eso la preocupaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.Por otro lado, Liam también estaba inquieto. Sentado en su oficina, con el teléfono en la mano, repasaba mentalmente lo que debía decirle a su madre. Había evitado llamarla la noche anterior, temiendo perder el control, pero ahora sabía que no podía seguir posponiéndolo. Martha tenía razón: esto tenía que parar.Finalmente, marcó el número y esperó. La voz de su madre, fría y controlada como siempre, respondió al segundo tono.—Liam, qué sorpresa. ¿A qué debo el honor de est
La noche era fría y silenciosa, pero en el interior de la oficina de Liam, el ambiente estaba cargado de tensión. Martha estaba sentada frente a él, con el correo anónimo aún abierto en su teléfono. Liam había llamado a su equipo de seguridad para investigar el origen del mensaje, pero hasta ahora no había respuestas. La incertidumbre era insoportable.—Esto no puede ser una coincidencia —dijo Martha, rompiendo el silencio—. Alguien está tratando de intimidarme, y creo que sabemos quién podría ser.Liam asintió, su mandíbula apretada. Había estado pensando lo mismo desde que vio el correo. Tania siempre había sido manipuladora, y no le sorprendería que estuviera detrás de esto. Pero había algo más que lo inquietaba, algo que no podía ignorar.—Voy a encargarme de esto, Martha —dijo finalmente, con un tono firme—. No voy a permitir que nadie te haga daño.Martha lo miró, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración. Apreciaba su apoyo, pero también sabía que no podía depender de él p
El aire en la oficina de Liam era tenso al día siguiente. Desde la inesperada aparición de Tania, algo había cambiado. Martha intentaba concentrarse en su trabajo, pero no podía evitar sentirse inquieta. Había algo en la forma en que Tania la había mirado, como si supiera algo que ella desconocía, como si estuviera planeando algo.Por su parte, Liam estaba inusualmente silencioso. Durante las reuniones, su actitud era distante, casi ausente, y eso solo hacía que Martha se sintiera más incómoda. No podía evitar preguntarse qué estaba pasando por su mente. ¿Tania había vuelto para recuperar su lugar en su vida? ¿Y si Liam estaba considerando darle otra oportunidad?Esa noche, Martha se quedó hasta tarde nuevamente, revisando unos documentos para un proyecto importante. Había algo reconfortante en el silencio de la oficina después de horas, cuando todos los demás se habían ido. Pero justo cuando pensó que estaba sola, escuchó pasos que se acercaban. Al girarse, vio a Liam en la puerta, c
El invierno comenzó a ceder lentamente, y con la llegada de la primavera, las cosas en la oficina también parecían cambiar. Las tensiones entre Martha y Liam seguían presentes, pero había algo nuevo entre ellos. Las miradas furtivas, los roces accidentales y las conversaciones que parecían durar más de lo necesario se habían vuelto parte de su día a día. Ninguno de los dos lo admitía, pero ambos eran conscientes de que algo estaba creciendo entre ellos, algo que no podían ignorar.Una noche, después de que la mayoría de los empleados se hubieran ido, Martha se quedó trabajando hasta tarde. Había un proyecto importante que debía entregarse al día siguiente, y aunque estaba exhausta, quería asegurarse de que todo estuviera perfecto. Mientras revisaba los últimos detalles, escuchó pasos acercándose. Levantó la vista y vio a Liam de pie en la puerta de su oficina, con las manos en los bolsillos y una expresión que ella no pudo descifrar.—¿Otra vez aquí hasta tarde? —preguntó él, entrando
Los primeros días en la empresa fueron tan tensos como Martha había imaginado. Liam parecía haber asumido un papel casi deliberadamente hostil. Siempre encontraba pequeñas fallas en su trabajo, a pesar de que ella se esforzaba por hacer todo a la perfección. Si llegaba un minuto tarde, lo notaba. Si olvidaba un pequeño detalle en un informe, lo mencionaba frente a todo el equipo. Martha sabía que no era casualidad; estaba probándola, empujándola al límite para ver si retrocedería.Pero Martha no era la misma joven insegura que había dejado la mansión Duvall cinco años atrás. Había aprendido a enfrentar la adversidad, y si Liam creía que podía intimidarla, estaba muy equivocado. Con cada crítica, ella respondía con profesionalismo, con la cabeza en alto.—Señor Duvall, el informe que pidió está listo —dijo una tarde, dejando un documento en su escritorio.Liam apenas levantó la vista de su computadora.—¿Te aseguraste de revisar los datos financieros antes de entregarlo? —preguntó, con
Último capítulo