El blanco no siempre es una buena elección.
El ambiente se tornó denso, casi irrespirable, mientras Alessia retiraba la mano con un segundo de retraso que pareció eterno. Su corazón latía con fuerza, aunque su rostro intentaba sostener la máscara de serenidad. Por dentro, el desconcierto la desbordaba, no entendía cómo Isabella había tenido el temple para detenerla frente a todos, con una elegancia que se sentía como un guante de terciopelo sobre una bofetada.
Un cosquilleo de incomodidad le recorrió la nuca y, por primera vez en mucho tiempo, Alessia sintió que no tenía el control de la situación.
Sebastián, visiblemente incómodo, se removió en su asiento, buscando una postura que le permitiera disimular el desasosiego. Emilia, en un intento fallido por esquivar el momento, bajó la vista hacia su sopa fingiendo atención, como si el intercambio no hubiera existido.
Isabella, sin inmutarse, retomó su cuchara con la misma elegancia con la que la había soltado, y volvió a llevarla a la boca con absoluta serenidad, como si el incid