Todo lo de la boda había sido un escándalo total, el pueblo era pequeño por lo que en cada rincón ya se sabía lo que había pasado.
Lianett todavia se sentía culpable aún sabiendo que Clément resultó ser igual a los demás lo único que un poco más hipócrita, pues se ganó a sus hijos y actuó como el hombre perfecto cuando lo único que deseaba era poseerla a ella.
Barak estaba feliz de que su mujer se decidiera por él, jamás considero que ella pudiera dejarlo todo atrás y elegirlo, pero esa muñequita como siempre se lo ponía todo difícil.
―¿Por qué no dejas de mirarme de esa manera y me dices lo que piensas? ―Enarcó una ceja, se había negado a trabajar para él, pero no encontraba trabajo.
―Eres el responsable de que yo no pueda encontrar trabajo. ―Le recriminó. ―¿Por qué lo haces?
―Te lo dije, no trabajarás y si lo haces lo harás para mí. ―No se inmutó en esa mirada de reproche. ―¿Tan difícil es quedarte en casa con los niños?
―Ya no estoy acostumbrada a eso, Barak, sabes perfecta