La noche estaba tan espesa que parecía tragarse la luz. El mar rugía a lo lejos, y el viento arrastraba consigo el olor del salitre y la tensión que se respiraba en el ambiente. En la costa norte de la isla, tres siluetas avanzaban agazapadas entre los matorrales.
Kenji iba al frente, con los ojos fijos en la construcción iluminada a lo lejos. Detrás, Barak ajustaba el comunicador en su oído, mientras Serena repasaba las coordenadas en la tableta que brillaba débilmente bajo la lluvia.
—Confirmado, es el punto. —Confirmó Serena con voz controlada. —Hay movimiento térmico en el interior. Dos figuras… una más pequeña, quieta.
—Es ella. —Murmuró Kenji, sin dudar.— Lo siento, lo sé. —Barak alzó una mano para detenerlo.
—Vamos con calma. Si Markus está ahí, no le daremos oportunidad de jugar sucio. —Kenji asintió con esfuerzo, pero el temblor en sus manos lo traicionaba. La imagen de Julieta siendo arrancada de su lado lo atormentaba desde hacía días. Cada paso lo acercaba a ella y a su p