ASHTON GARDNER
—¿Todos entendieron el plan? —pregunté en voz baja, cruzado de brazos en el centro de la oficina.
William, con su usual seriedad, asintió.
—El pastel está encargado. Tres pisos, y con cobertura de rosas, como pidió Erick. Y sí, me aseguré de que no se arruine el glaseado con el transporte.
—¿Y la reserva en el hotel? —pregunté, volviéndome hacia Oliver.
—Confirmada. El salón principal del Imperial Grand Hotel. Terraza con vista a la bahía, violines, iluminación ambiental y… si quieres, hasta fuegos artificiales. Aunque no seré yo quien los dispare.
—Eso se encarga el equipo técnico —murmuré, aunque ya lo tenía decidido: fuegos artificiales a medianoche.
Ethan estaba tirado en el sillón, como si esto fuera una charla de bar y no una operación secreta de proporciones sentimentales.
—¿Y si Lissandra se entera antes? Tú no sabes mentir, primo. Eres como un libro abierto en llamas.
—Por eso te toca a ti distraerla —respondí, girándome hacia él—. Tú, con tu risa ruidosa, tus