La cena fue servida en un comedor que parecía sacado de una revista. Yo apenas podía concentrarme en la comida; todo me resultaba demasiado perfecto, demasiado irreal… demasiado él.
Ash no hablaba mucho, como siempre, pero sus ojos iban constantemente de Erick a mí, como si evaluara cada movimiento, cada reacción. Erick, por su parte, estaba encantado. Reía con su tenedor en la mano y me contaba con emoción cada adorno nuevo que había visto en “su cuarto de héroe”.
— Tío Ash, ¿fuiste tú el que puso todo eso? —preguntó entre bocados.
Ash se limitó a asentir.
— Así es Campeón, espero que te haya gustado.
—¡Me encantó! Eres como un super tío.
—Lo que sea necesario para que estés bien —dijo, sin emoción aparente… pero con una sonrisa para mi pequeño, yo conocía ya esa voz, la había usado muchas veces con Erick en el hospital, aunque no tenía emoción era suave.
Al terminar, insistí en lavar los platos, pero la empleada doméstica los retiró sin siquiera mirarme.
—Aquí no eres sirvienta, Lis