El alta médica llegó más rápido de lo que esperaba. El doctor firmó los papeles con una sonrisa de satisfacción, mientras yo aún tenía el corazón apretado por todo lo que habíamos vivido.
—Está listo para irse a casa —dijo—. Su recuperación fue un verdadero milagro.
Mi pequeño saltaba emocionado a mi lado, lleno de energía, como si nada hubiera pasado. Ash estaba de pie a unos pasos, en completo silencio. Sus manos en los bolsillos, su postura erguida, pero esos ojos… estaban puestos en nosotros con una intensidad que me erizaba la piel.
—Siii, todo por los super poderes de Tío Ash, tío eres un super héroe de verdad.
— Te lo dije campeón ahora debemos ir a casa para que mis super poderes sigan funcionando.
—¿Podemos irnos ya, mami? —preguntó Erick, mirándome con sus grandes ojos brillantes.
—Sí, amor. Vamos a casa —respondí con una sonrisa, aunque ni yo sabía muy bien cuál era "casa" ahora.
Ash no esperó. Tomó el bolso que había traído con cosas para Erick con una facilidad que me mol