TIFFANY GARDNER
Nuestras mañanas eran sagradas, antes de ir a la oficina, las 4 nos reuníamos en este café a media cuadra de la empresa. Era necesario y lo adoraba.
Camila a mi lado robaba una tostada, Liss con su juguito probaba cada pastel que habíamos pedido, se lo concedíamos porque estaba esperando a mis dos sobrinitos.
—No puedo más con este pastel de frambuesas, de verdad… si vuelvo a probarlo voy a tener que correr cinco kilómetros para equilibrar el karma —dije riendo mientras dejaba el tenedor a un lado.
—Ay por favor, que tú comes y sigues teniendo ese cuerpazo de modelo —comentó Camila, divertida.
— Yo te ayudo — dijo Liss con una sonrisa - estoy esperando mellizos así que tengo licencia para engordar.
Todas reímos, estábamos en nuestra cita de café de siempre, esa pausa sagrada entre maternidades, embarazos y el caos generalizado de nuestras vidas.
— Este embarazo doble tiene mi vejiga del porte de una nuez. Voy al baño.
— Yo voy contigo, no quiero que te resbales.
Liss y