ASHTON GARDNER
Había dejado la habitación en penumbras, apenas iluminada por el tenue resplandor del velador.
Liss dormía profundamente, envuelta entre las sábanas como un suspiro. Me quedé un instante más observándola, como si mi cuerpo se resistiera a alejarse de ella. Se veía tan frágil… pero estaba viva.
De nuevo en casa. Donde pertenecía.
Y yo… yo podía volver a respirar.
Me incliné con cuidado, rozando su frente con mis labios.
—Te amo, mi vida —susurré.
Bajé en silencio por las escaleras. En la sala reinaba un desorden alegre: restos de la pequeña celebración improvisada, globos aún flotando con hilos sueltos, el eco de las risas todavía vibrando en el aire.
Ethan y Olivia se habían ido hacía un rato, igual que Tiff y Oliver. William y Camila se quedaron, aunque ella ya dormía en la habitación de invitados. Erick aún no.
Entré despacio a su cuarto.
Mi pequeño estaba sentado en la cama, abrazando su peluche favorito mientras veía videos. Sus ojos brillaron al verme.
—¿Mamá está