LISSANDRA
Desperté entre los brazos de Ashton. Su pecho era mi almohada favorita, y su respiración tranquila, mi banda sonora personal. Me quedé un rato así, disfrutando la calidez de su cuerpo y el leve roce de su mano sobre mi cintura. Mi cuerpo aún adolorido por la noche tan intensa que me dió, sin duda mi hombre era insaciable. Miré su rostro, se veía tan dulce, nadie creería que ese hombre era una bestia insaciable en la cama. Sonreía y entonces me acordé.
Hoy era mi cumpleaños.
Odiaba esa fecha. No por la edad, ni por vanidad. Solo porque... nunca fue especial. Nunca hubo pasteles, ni canciones, ni abrazos emocionados. Aprendí a no esperarlo. A no necesitarlo. A fingir que era solo un día más.
Ash murmuró algo inentendible y me besó el cuello con una ternura que me hizo estremecer.
—Buenos días, mi reina —susurró, sin abrir los ojos.
—Buenos días —respondí con una sonrisa.
Me besó la mejilla, la frente, la nariz... como siempre hacía. Cada mañana.
Pero no dijo "feliz cumpleaños"