Desenterrando el pasado.
Entré a mi departamento. No era muy grande y no tenía muchas cosas, así que no sería difícil empacar. Tomé mi vieja maleta y empecé a poner ropa en ella, tanto mía como de Erick, mientras Ashton se paseaba por el lugar observándolo todo.
—¿No es un poco pequeño para un niño y una madre?
—Lo es, pero fuimos muy felices aquí. Mi trabajo estaba justo al frente, y podía mantenernos a mi bebé y a mí. Eso era suficiente.
—¿Por qué no pediste trabajo en grandes compañías? Todos te habrían recibido. Eras un genio en finanzas.
—Porque tendría que trabajar ocho horas diarias y no podría estar con mi hijo. En cambio, con don Antonio, mi bebé estaba a mi lado mientras trabajaba. Incluso él lo cargaba y lo llevaba a conocer a sus clientas, que felices lo acariciaban y lo llenaban de cariño.
—Entiendo.
—Es por eso que quería pedirte algo —me giré y me encontré con su ceño fruncido.
—¿Qué quieres?
—Don Antonio ha sido un pilar en mi vida. No quiero dejarlo solo, y tampoco quiero que su negocio decai