Hatsú esperó a que la casa quedara en silencio para ir a investigar las desapariciones. Aguardó en su habitación hasta escuchar que los ruidos en los otros dormitorios cesaron. El último en dormirse fue el señor Marc.
Se deslizó de la cama sin hacer ruido, no quería despertar a Lili, quien dormía en la cama a su lado. Ese día no comió su alimento sintético, llevaba varios días que no lo hacía. Después de reflexionar llegó a la conclusión de que esa noche en el mirador lo que la hizo no estar en pleno uso de sus facultades mentales fue comer los “Spongy”. Probaría con no ingerirlos y ver si así lograba mayor claridad de pensamiento.
Bajó las escaleras con pies ligeros, los Belrose no cerraban la puerta que daba al jardín. Con cuidado de no hacer ruido, giró el picaporte, salió al exterior y saltó la paredilla que daba al callejón colindante.
En la noche, sus pisadas eran imperceptibles. Hatsú se sentía electrificada, llena de energía. Tenía la impresión de que su visión era más aguda,