Liadrek
Busqué a Laurel por toda la casa, pero no la encontré. Necesitaba explicarle por qué era incorrecto que estuviéramos juntos, pero mi lobo gruñía dentro de mí cada vez que lo sugería.
Suspiré, porque mi cabeza era un desastre.
—Liadrek... —La voz de Dariela me sobresaltó, y de forma instintiva tomé un porte defensivo, como si ella fuera una amenaza.
No, era lo contrario; era ella mi protegida. Mi deber era cuidarla, pero...
¿De qué o quién?
Ella se me lanzó encima, buscando refugio en mi calor. No pude corresponderle. En su lugar, me aparté de repente, como si ella me repeliera.
¡Qué locura!
—¿Qué te pasa, Liadrek? ¿Te da pena que te vean? —Su última pregunta me hizo mirar por los alrededores. Fue cuando noté que estábamos en el patio.
¿Cómo llegué hasta aquí?
—¿De qué hablas? No está bien el contacto entre nosotros… Laurel...
—¿Qué? Me dijiste que me protegerías y que yo sería la única mujer en tu vida. ¿Por qué la mencionas a ella?
¿Qué?
—No recuerdo haberte dicho eso... —sus