Kaia
Los segundos se tornaron eternos mientras sentía que era absorbida por la oscuridad. Cada sonido me parecía escalofriante y podría jurar que percibía la respiración de esa persona.
Estaba ahí, era innegable, pero no me atrevía a comprobarlo. Me quedé quieta, en silencio, como si ignorar el peligro fuera a desvanecerlo.
—¡Por fin te encuentro a solas! —celebró él, como si el triunfo estuviera en sus manos.
No podía ser real. Pronto despertaría y descubriría que solo fue una pesadilla.
—Es hora de despertar, es hora de despertar... —repetí con voz temblorosa mientras mis brazos se aferraban a mis rodillas.
Las carcajadas burlescas de mi enemigo estallaron en el lugar y provocaron que algunas aves volaran despavoridas.
Temblé y lloré.
No había escapatoria...
«Lucha...», escuché en mi mente. Entonces recordé que papá y Zebastiel me habían enseñado a defenderme.
—La pesadilla no acabará hasta que yo la enfrente —susurré.
Mis puños se apretaron y mis lágrimas cesaron. Todo mi ser fue r