Nevan
Mis manos temblaban ligeramente mientras yo trataba de mostrarme sereno. Sin embargo, los latidos potentes de mi corazón me tenían rígido, como si hacer cualquier movimiento fuera casi imposible.
La observé caminar hacia la puerta, tranquila, sonriente y... atrevida... coqueta...
¡Con un demonio!
Me relamí los labios, pues todavía se me hacía difícil reconocer que mi solecito estaba tan...
¡Por los Woses!
Hasta pensarlo me exaltaba.
¿Acaso esto era un sueño?
Podía oler su deseo, percibir la picardía que la hacía actuar de forma juguetona. Una parte de mí anhelaba seguirle la corriente, correr tras ella y flirtear de forma descarada. Sí, anhelaba dejar salir todo este deseo reprimido y dar rienda suelta a mi lado más carnal.
Pero, por otro lado, había un dedo acusador invisible, punzante, rígido y cruel.
—No debo... —balbuceé y me relamí los labios.
«¿Tienes miedo ahora?», se burló mi lobo.
Apreté los puños porque me sentí confrontado, mas no lo reconocería.
—Tonterías... —susurr