Kaia
Una sensación fría se apoderó de todo mi cuerpo, y el dolor en el pecho era tan punzante que sentía que me asfixiaba. Traté con todas mis fuerzas de disimular mi tristeza y decepción, y que las lágrimas que ardían en mis ojos no se derramaran.
No aquí, no ahora.
Suspiré profundo y apreté los puños para contener todo lo que me torturaba por dentro. Entonces fingí una sonrisa y miré a Nevan directamente.
—Felicidades, veo que encontraste a tu mate. Me siento muy feliz por ti —lo felicité, como la gran mentirosa e hipócrita que era.
Porque todo era falso. No estaba feliz por él. Y sí, era egoísta, pero yo lo sentía mío en cada poro de mi piel, así que no, no podía aceptar con alegría que su corazón perteneciera a otra mujer.
—¿Qué? —respondió él, confundido, y de momento sus ojos brillantes lucieron más tenebrosos, pues su reflejo mostraba una oscuridad que me pareció de disgusto.
¿Por qué?
La risa de su compañera estalló en la sala, y me pareció muy molesta e irritante.
—¡Vaya! Al