Kaia
La luz del sol se coló por la ventana, despertándome. Solía dejarla sin cortina, pues me encantaba sentir el resplandor en la mañana.
Bastira siempre me llamó rara por ello.
Desde que el calorcito mañanero me acarició el rostro, me incorporé de golpe y me tiré de la cama. Acto seguido, empecé a bostezar y a estirar mis brazos, terminando mi rutina de despertar con un grito.
—¡Hoy es el día! —celebré con saltos alegres.
Agarré mi marcador rojo y marqué una equis en el calendario; luego, le dibujé confetis.
—¡Papá regresa hoy! —grité emocionada, pues mamá y yo lo habíamos extrañado mucho. Pero no era solo eso lo que me tenía tan feliz y marcando fechas.
Diría que el regreso de papá coincidía con este día tan especial...
No pude evitar morderme el labio inferior y sonrojarme. Hoy, tras un largo año, Zebastiel y... Nevan regresaban de su larga y rara misión.
El simple hecho de recordar a Nevan hacía que mi corazón saltara como loco dentro de mí. Nevan era tan...
—¡Ah! —grité, entusia