Roan
Mientras escuchaba el reporte de mi beta sobre todo lo que estaba mal en la manada, abría las correspondencias que había recibido esa semana y que ni siquiera me había atrevido a mirar.
Todavía las palabras del alfa Bastian me torturaban día y noche, haciéndome preguntarme si de verdad hablaba en serio o solo quería provocarme. ¿Zebela, su mate? ¡Sandeces!
—¿No hay nada bueno en tu informe? —proferí de mal humor, algo perturbado por tantas malas noticias. Era difícil ver cómo la manada se derrumbaba frente a mis ojos sin que pudiera hacer algo para evitar su inminente destrucción.
—Lo siento, Alfa, pero no hay buenas noticias. Estamos en un punto de quiebre y no sé si seremos capaces de salir de esta crisis. Nuestros cultivos se pudren o son comidos por plagas que, por más que intentamos matarlas, nunca desaparecen. Creo que es la maldición de la que todos hablan y que la luna mantenía bajo control.
Exhalé un resoplido de mera frustración. Esa maldición a la que mi beta se referí