Bastian
Mis pasos por el sendero que me dirigiría a mi tulipán se sentían pesados, como si se pegaran al suelo y fuera difícil levantarlos. Estaba exhausto. Necesitaba desenmarañar todo este asunto lo antes posible, pero ese guardia era un idiota que le temía a un hombre que no poseía el poder para hacer nada más, porque yo se lo quité. O eso creía.
El cansancio no solo era físico; llevaba un agotamiento emocional que me tenía malhumorado y sin ganas de nada más que dormir. Sería perfecto despertar y que todo este asunto hubiera sido parte de una pesadilla; sin embargo, esta era la realidad. Mi m*****a realidad.
Exhalé un suspiro. A la distancia, visualicé la casita de mi tulipán y no pude evitar sonreír al imaginarla recibirme. Ella siempre era tan dulce y reconfortante, mi refugio y lugar seguro, donde me recargaba para poder enfrentar la lucha que me desgastaba con crueldad.
Debía decidir cómo viviríamos tras nombrarla mi luna, pues no podíamos seguir de esta manera tan alocada: ell