La madrugada llegó en silencio, envolviendo la habitación con una calma casi inquietante.
Marfil se despertó lentamente, con el corazón agitado, como si un peso invisible presionara su pecho.
Respiró hondo, sintiendo el frío del amanecer que se acercaba.
Se levantó con cuidado para no despertar a Imanol, que dormía a su lado, ajeno a los tormentos que recorrían su mente.
Con manos temblorosas, se puso el vestido de dormir.
Se acercó al balcón, dejando que la brisa fría acariciara su rostro.
El cielo estaba plagado de estrellas, brillando con una intensidad que la deslumbró. La luna nueva, blanca y serena, se alzaba sobre el mar oscuro.
El mar… frío, lejano, como la verdad que estaba a punto de soltar.
La oscuridad de las aguas reflejaba su incertidumbre, su miedo a lo que vendría. Pero no podía seguir viviendo así, atrapada en su secreto.
Sabía que debía decirle todo, finalmente.
El peso de la culpa y el secreto la aplastaban.
De repente, sintió unas manos cálidas rodeando su cintura p