Mi viborita y nuestras viboritas...
Creían que haría un tremendo escándalo, pues están muy equivocadas, recuerden soy un monje tibetano, mi onda zen está al máximo al tener en mis brazos a mis dos viboritas, es que son tan hermosas y no lo digo porque se parezcan a mí, no señor, es porque de verdad son unas ternuritas. Ambas se están riendo y me miran como si fuera lo más importante en sus vidas y con eso me doy por pagado, ya vendría el momento de Show, ahora estaba disfrutando de ellas y de la cara de estupor que tiene la víbora mayor, esa que voy a mantenerle en su bella carita hasta el hartazgo.
—París— mi amigo nos saca de nuestro duelo de miradas y la otra bruja, que tendrá que darme algunas explicaciones recién lo nota.
—¿Duncan? ¿Tú aquí? —Duncan y yo reviramos los ojos y mi amigo se levanta, besa la frente de mis viboritas y se acerca a mi amiga.
—Acompáñame a comprar cervezas, nos las tomamos todas.
—Pero… Pero… Yo…
—Vamos mujer, creo que debemos dejarlos solos—la toma del b