Pov Macarena Arismendi.
Haber conocido a Christian O’Connor había sido lo mejor que me podría haber pasado en mi vida.
Es que ese hombre lo tenía todo, era guapo, inteligente y tenía mucho dinero. Pero lo más importante de todo es que se había prendado de mí hasta el tuétano.
¿Qué si lo amaba como él a mí? Pues no sé si es amor al cien porciento, lo que sí sé es que él me puede dar esa seguridad que no he tenido en muchos años.
Además, no creo en el amor a primera vista, por eso estoy disfrutando del momento y de todo lo que me está dando, mientras dure.
Una de las tantas veces en que preferí estar con él antes de ir al atelier me encontré con una sorpresa que me incomodó. Al revisar mi teléfono, después de haber hecho el amor con Chris, pues aún era temprano y mi hermana tenía actividades extracurriculares así que no me había preocupado, tenía más de veinte llamadas perdidas de ella, el colegio y de la señora Santillán me preocuparon.
Me decidí por llamar primero al colegio y la hermana Fedora me informó que mi hermana y Clara Santillán estuvieron metidas en una pelea, por lo cual a ambas las debieron llevar al hospital. Juro que mi corazón dejó de latir al escuchar sus palabras y sin mediar nada me levanté y le dejé una nota a mi príncipe.
Salí de su hotel y llamé a la señora Santillán, ella me dijo que mi hermana estaba con ellos, por lo que tomé un taxi para que me llevara a su casa.
Las cosas no salieron bien con mi hermanita y ella prefirió quedarse con los Santillán, no se lo reclamaba, pues estaba con buenas personas y eso me daría tiempo para estar con Chris.
Hoy, nos veríamos después de haber ido a dejar a mi ardillita en su colegio. Obviamente no le había contado nada de nuestro problema a Chris. Nuevamente ella me había rechazado y salí con el ánimo hecho trizas, no me gustaba estsr peleada con ella. Hice tripas corazón y me reuní con mi príncipe, quien estaba un tanto perdido en sus pensamientos. Como el día estaba frío fuimos a la cafetería donde trabajaba en las mañanas y en un momento creí que todo se estaba acabando entre los dos por lo que me estaba diciendo, hasta que me hizo la propuesta más hermosa del mundo y me entregó su corazón.
Lo había logrado, ya no solo era un capricho para él como me había pasado con los chicos que había salido anteriormente y por supuesto que acepté su propuesta, no soy tonta y si podía lograr salir de esta m****a de vida en la que vivía pues lo tomaría.
Mi único problema era mi ardillita...
Después de haber hecho el amor con Chris y dejarlo completamente dormido. Decidí ir a hablar con Rocío, era el momento de contarle la verdad.
Iba tan feliz a contarle a mi hermanita que Christian me había pedido ser su novia y que me fuera con él, que pensé con eso se le quitaría el berrinche, pero todo fue para peor.
—¡Rocío!— grité para detenerla, pero fue la señora Santillán la que me detuvo a mí.
—Déjala, ella aún está muy dolida contigo y la entiendo, tú no creíste su versión de las cosas que pasaron y eso para una chica de su edad es complicado, pero quiero darte un consejo, querida Macarena si es que me lo aceptas.
—Señora Almendra, ustedes han sido tan buenos con nosotras, por supuesto que le acepto su consejo.
—Gracias, tesoro— hizo una pequeña pausa y tomó mis manos—. Sé que el amor es hermoso, míranos a nosotros que llevamos veinticinco años juntos y tres maravillosos hijos, pero a veces el amor no es todo. Tú asumiste una responsabilidad con tu hermana al morir tus padres y cuando tu hermana mayor se casó, no te digo que eso sea un error, por el contrario es un acto de amor inconmensurable y es ahí donde va mi consejo. Habla con tu novio y dile que no puedes dejar sola a Rocío, puede que él sea comprensivo, me has dicho que es un chico muy amable y bueno, por lo que no creo equivocarme de que viene de una buena familia. De ser así, él entenderá y puede que encuentren una mejor solución.
—Es que ese es mi problema, a Christian le he mentido.
—¿De qué hablas?
—Ese fue mi más grande error, señora Almendra, le dije que mis padres están vivos y que no podría conocerlos pues estaban en un crucero.
—Las mentiras tienen las patas cortas, querida. Sobre todo cuando comienzas una relación, no lo hagas si vas a formar algo con ese muchacho, él no se lo merece.
—Pero es que no quiero perderlo y tampoco a mi hermana.
—Yo no soy quién para juzgarte, pero te considero como a una hija y por el cariño que les tengo a ambas te he dicho todo esto.
Si deseas, Rocío se puede quedar con nosotros, jamás hemos hecho una distinción entre Clara y ella, pues dios sabe cuánto le costó a mi hija tener una verdadera amiga, pero lo que sí te digo es que si te vas, no sea con mentiras y menos sin hablar con tu hermana.
—Gracias, por todo, señora Almendra, le prometo que lo pensaré.
—Eso es bueno, ahora será mejor que te vayas, no creo que Rocío quiera verte.
Salí de la casa de los Santillán con el corazón roto, la señora Almendra tenía razón, me estaba apresurando, pero es que nadie podría entenderme pues lo que había comenzado como un juego se había transformado en casi una necesidad.
Estar con Chris era maravilloso, amaba cuando estábamos juntos y por una vez en mi vida quería ser egoísta y pensar solo en mí.
Después de que mis padres murieron y mi hermana se casó tuve que asumir muchas cosas, pero lo que más fuerte me tocó fue ser padre y madre para Rocío, ella era una niña y solo me tenía a mí, sino hubiera hecho todo lo que hice, servicios sociales me la habría quitado y eso jamás me lo perdonaría.
Llegué con tiempo al atelier y trabajé como condenada, debía juntar la mayor cantidad de dinero para dejarle a Rocío.
¿Qué si hablaría con Christian para ver la posibilidad de llevarla? No lo creo, sería delatarme y contarle la verdad y puede que él no me entienda y quiera dejarme. Por otro lado, Rocío debía terminar la escuela, si todo iba bien y podía instalarme en Dublín, en menos de un año la vendría a buscar.
—Si, eso es lo que debo hacer, necesito asegurarme de que Christian seguirá conmigo y cuando le sea imposible dejarme ahí le contaré la verdad.
Esa era la mejor idea, Christian sería mi boleto a la tranquilidad que necesito en mi vida y con eso podré mover mis piezas para llevarme a mi hermana.
Y así siguieron mis días, enamorando a mi dulce irlandés, era tan tierno y un fuego ardiente en la cama. Ambos disfrutábamos del sexo cada tarde, pues nunca me quedé con él en su hotel, salvo esa primera que estuvimos juntos. Mis trabajos me lo impedían y que Rocío no quisiera hablar conmigo me tenía mal.
Hablé con mi hermana mayor y ella se negó rotundamente a hacerse cargo de nuestra Ro, Adujo que ella no era su problema y que ya bastante tenía con su marido y sus hijos.
¿Me lo esperaba? Por supuesto que sí, al final ella estaba haciendo lo mismo que yo.
Ese día discutimos y me sentí pésimo, ya llevabas días con un fuerte dolor de cabeza y mi periodo no había llegado, por lo que al salir de su casa fui a una farmacia y compré unas pruebas de embarazo.
—¡Todas negativas, m****a esto no va a funcionar!
Grité exasperada en el baño de mi casa. Nada estaba saliendo como lo había planeado y eso me ponía de malas, pero al ver a Chris se me olvidaba todo y volvía a disfrutar de su cuerpo como cada tarde.
A una semana del viaje me sentí muy mal y los vómitos no me dejaron dormir. Con el ánimo por los suelos, decidí ir al consultorio para pedir una hora al ginecólogo, debía saber que me pasaba, sobre todo porque aún no tenía mi periodo y pensé que las pruebas caseras podrían haber fallado, era una lucecita o un rayo de esperanza.
El doctor me hizo pasar a su consulta y después de las preguntas de rigor me mandó a hacer algunos exámenes, como era temprano y no había comido nada porque mi estómago no lo resistía aproveché y me hice todos los exámenes que me pidió.
La respuesta la tendría mañana y oraba porque fuera lo que espero, un bebé sería mi boleto a la seguridad con Chris y la mejor opción para llevarme a Ro. No podía perderlos, a ninguno de los dos, ellos eran todo lo que tenía en estos momentos.