Llego a casa, como todos los días, bebiendo mi café con leche de avena, cuando Loren me mira con cara de pocos amigos.
- Yo no hice nada ahora, Loren. No me mires así.
- No fue usted, joven maestro. Esta vez fue su hermano.
- Mi hermano ¿mi hermano? ¿James? ¿Qué? - Esto era una broma ¡no? pero parece ser que no es asì porque Loren se acerca a mí y comienza a hablar bajito.
- La verdad es que no se mucho de lo que pasa, pero el señor Cadwell llegó hace media hora y con su hija.
- ¡A la verga! Apuesto a que mi hermano por fin le dio corte a eso que no tiene ni pies ni cabezas y sabes a lo que me refieron con cabezas - Loren soltò una risita, pero de inmediato volvió a su postura tan servicial.
- No lo sé, joven maestro, al parecer la señorita está...
- ¿Está qué? - no termino de poder escuchar a Loren cuando el teléfono suena y una sonrisa traviesa se planta en mis labios - ¡Hola hermanito lindo, qué gusto escuchar tu respiración entrecortada tras la línea! ¿Qué estás haciendo pi